El verano ha venido y nadie sabe como ha sido. Aquí hace calor. La foto es de una mujer bororo, a ella no le preocupa demasiado el calor.
Me ha escrito Marisa reina invitándonos a “Gatita” y a mí mismo, a ir de vacaciones a Constantinopla y darnos un baño turco en los baños de Hürem. Me dice que me imagine, con el calor que hace aquí, en ese bonito hamam de mármol, con los aromas de aceites, jabones del amor, las aguas, las conversaciones, y leyendo con ellas en vez de sentarnos en mi cama. Con un buen té, unos masajes, y todo eso transportado a la tranquilidad musulmana de siglos pasados. Me sugiere que podría ver por las celosías de madera, a las futuras novias elegidas por sus formas, comiendo dulces y oyendo música. ¡Umm! Mira Jeorgina la foto que me ha enviado del interior. Venía en el diario El Pais, la puse al final.
Son unos baños que mandó construir el sultán del Imperio Otomano, Süleyman, -por otro nombre “El Magnífico”- cuando ocupaba el trono de la Sublime Puerta. Se encuentran entre Santa Sofía y la Mezquita Azul en Constantinopla y los mandó edificar para Roxelana, la que fue una de las mujeres más poderosas de su momento, concubina y esposa del sultán. Süleyman la llamaba por muchos nombres tiernos, como Roxelana bonita, Roxelana reina, Roxelana guapa e incluso Hürem, que significa "la alegre o la que hace feliz" y en algunos momentos “corza mía”. Era todo ternura el sultán.
El caso es, que la tierna corza murió sin ver terminado este bello haman que se estaba haciendo en su honor. Esto que os cuento, ocurrió hace mucho, ha pasado mucho tiempo y ahora han rehabilitado ese bello haman y está abierto al público, Roxelana ya no está, pero sería maravilloso ir con una reina linda, bonita y guapa o con “Muñequita” si no hubiese sucumbido en el entorno del extintor. A Marisa reina la hemos dicho que cuente con nosotros para ir.
¡Ah!, Jeorgina bonita, tengo nuevas noticias del suicidio del ventilador de Cristina preciosa. Me escribió esta mañana. Resulta que el ventilador se tiró por la ventana del cuarto piso, al parecer si hubo demasiada presión sobre él. Cristina está deshecha en llanto. No le hicieron la autopsia, porque las causas de la muerte estaban claras, aun cuando no dejó ninguna nota de despedida. Me ha contado. que el vigilante del edificio, le incineró y esparció sus cenizas en el Mar Caribe, por lo cual no le hará mausoleo, solo un altarcito en casa con unas fotos del ventilador en sus mejores momentos y unas pequeñas lámparas votivas. Me dijo Cristina preciosa: “Quiero recordarle cuando estaba en plenitud de facultades y me acariciaba con toda su sensualidad” y añadió “…pondré unas fotos suyas con unas lamparillas y no volveré a tener otro”. Ya ves Jeorgina que relación tan bonita tenían los dos. Nunca fueron juntos a Lisboa, era una asignatura pendiente, pero voy a poner un poema de Oscar Hahn, “Los fantasmas de Lisboa”, en recuerdo de los momentos tan felices y tan íntimos, que pasaron Cristina preciosa y el ventilador.
Dónde estará el pasado que tuvimos
el pasado que tuve entre tus brazos
En la calle resuenan nuestros pasos
pero no estamos: nos desvanecimos.
Dónde estarán los besos que nos dimos
la tristeza tan dulce de los fados
tus promesas tus llantos mis enfados
nuestros cuerpos que un día compartimos
Asustados los nuevos ocupantes
de nuestro cuarto en el hotel escuchan
la risa de personas que se duchan
Como los personajes de Pessoa
somos almas sin cuerpo: dos amantes
que penan en las noches de Lisboa
el pasado que tuve entre tus brazos
En la calle resuenan nuestros pasos
pero no estamos: nos desvanecimos.
Dónde estarán los besos que nos dimos
la tristeza tan dulce de los fados
tus promesas tus llantos mis enfados
nuestros cuerpos que un día compartimos
Asustados los nuevos ocupantes
de nuestro cuarto en el hotel escuchan
la risa de personas que se duchan
Como los personajes de Pessoa
somos almas sin cuerpo: dos amantes
que penan en las noches de Lisboa
Hace mucho que no te recomiendo alguna novela de policías y ladrones o asesinos, vamos una novela negra. He pensado aconsejarte Jeorgina bonita que leas a Walter Mosley.
Mosley es un escritor y profesor universitario estadounidense, nacido en 1952. Es reconocido mundialmente por la serie de novelas policiacas protagonizadas por el detective Easy Rawlins.
Sus novelas transcurren en Los Ángeles en los años 40-60 del pasado siglo y pretenden recuperar la memoria de los negros de América sometidos a un racismo sordo y despectivo de un carácter violento, como en las plantaciones, pero incluso más degradante y humillante. Ha escrito once novelas con el detective Rawlins. Yo las que he leído, unas seis, me han gustado, presenta un catalogo de la "fauna" más variopinta: desde sospechosos habituales a habituales de la corrupción moral, política y financiera. Lee por lo menos “Un perro amarillo” y “Mariposa blanca” y también “De pesca”, porque en esta última se cuentan los inicios de Easy Rawlins.
“Un perro amarillo” trata de asesinatos como podrás comprender Jeorgina, el detective Rawlins es el sospechoso, por ser negro, pero con infinitas averiguaciones consigue desentrañar la verdad que no busca la policía. Y “Mariposa blanca” también trata de asesinatos, en este caso de negras y la policía no hace mucho, pero en el momento que aparece una joven blanca asesinada, se arma el lio y como siempre Rawlins por medio. Son todas muy entretenidas y muy fáciles de encontrar por aquí.
Pues esto es todo por hoy. Pondré el verso para Jema guapa, que me escribió ayer, diciéndome lo mucho que sintió no poder acudir al desayuno del domingo. Con este van tres domingos que no desayunamos juntos. Es un poema de Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870), un romántico, que además de escribir poesías, escribió unas “Leyendas” de amor, cristos y misterios muy bonitas; en la red se pueden encontrar todas. Léelas Jema guapa que poesía eres tú.
RIMA XXXVIII
Los suspiros son aire y van al aire.
Las lágrimas son agua y van al mar.
Dime, mujer, cuando el amor se olvida,
¿sabes tú adónde va?
RIMA XVIII
Fatigada del baile,
encendido el color, breve el aliento,
apoyada en mi brazo,
del salón se detuvo en un extremo.
Entre la leve gasa
que levantaba el palpitante seno,
una flor se mecía
en compasado y dulce movimiento.
Como en cuna de nácar
que empuja el mar y que acaricia el céfiro,
tal vez allí dormía
al soplo de sus labios entreabiertos.
¡Oh, quién así —pensaba—
dejar pudiera deslizarse el tiempo!
¡Oh, si las flores duermen,
qué dulcísimo sueño!
hola arsenio como siempre es un gusto leer lo que escribes en tu blogs saludos desdee mexico
ResponderEliminarSol, mañana contaré el paseo por la playa con el perro.
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