12 julio 2011

Ya no canta la chicharra por las noches, se la comio "Gatita"

Está el día iluminado, han puesto luces en el cielo y corre un poco de aire.

Estas noches pasadas me rondaba una chicharra y no paraba de cantar con alegría en la terraza. Pero ayer, en mala hora, quiso el animal rondarme desde dentro de casa, y tiempo le faltó a “Gatita” para merendarse el bichito. Ya no me rondará.

Sigo medio borroso, sobre todo a estas horas en que me siento a leer en la cama, Jeorgina bonita me dice que me encuentra bien, que solo tengo un poco desdibujado los bordes. No sé qué ausencias hacen que me encuentre así. Leyendo a Ángel González he visto que mi caso no es único, el cuenta en unos versos un caso parecido. Es el poema “Cumpleaños” de su libro “Ásperos tiempos

Yo lo noto: cómo me voy volviendo
menos cierto, confuso.
disolviéndome en el aire
cotidiano, burdo
jirón de mí, deshilachado
y roto por los puños.

Yo comprendo: he vivido
un año más, y eso es muy duro.
¡Mover el corazón todos los días
casi cien veces por minuto!

Para vivir un año es necesario
morirse muchas veces mucho.


Mi caso no es exactamente igual, porque yo me deshilacho menos por los puños y más por la cabeza. Puede que sea solo por el uso, los años, no nos engañemos Jeorgina bonita, van pesando y desgastan. Pero estoy convencido que la desaparición de “Muñequita” ha tenido que ver. También fue mala suerte que desapareciera, en el extintor, antes de poder hablar con ella. Voy a volver a mirar por los reflejos a ver si estuviese atrapada en algún espejo o en alguna luna.

Mira Jeorgina bonita las cosas que pasan en España. Cuenta hoy el diario que un españolito de 29 años, que ya no es un niño, se ha comido la oreja de un marroquí de 18 años. El suceso ocurrió en la Puerta del Sol a eso de las once de la noche. Me ha dejado preocupado porque no se sabe si es una venganza del mordedor por el Desastre de Annual, durante la guerra Marruecos en la que al parecer participó su abuelo. Si esto fuese así, podría dar lugar a intercambio de notas diplomáticas y se podrían romper las relaciones con nuestros vecinos. Esperemos que solo sea una disputa callejera.

Pero te cuento más Jeorgina, un vuelo a Canarias desde Madrid se ha visto obligado a regresar, porque uno de los pasajeros ha agredido a su compañero de asiento con un bolígrafo. Válgame Dios que cosas pasan. Le clavo el “boli” en la cara, no se sabe si estaba molesto porque no le dejó el asiento de la ventana o le achacó alguna culpa en la perdida de Filipinas. Los dos eran de aquí, con el calor la gente está perdiendo los nervios y yo casi prefiero seguir borroso.

En estos casos de tensiones es mejor cocinar. Ahora es la época del rabo de toro, hay muchas corridas por todo el país y es la forma de aprovechar los rabos de los animales. Es muy sencillo.

Fríes mucha cebolla picada, junto con unos dientes de ajo, también picados. Trocea finito un par de zanahorias y dos puerros y se lo añades que se haga todo a fuego lento. En una olla con un poco de aceite fríes los trozos, o pedazos, de rabo, que previamente les has pasado un poquito por harina. Añade la cebolla y las verduras, pon un clavo o dos y bastante pimienta negra en grano, la pimienta la puedes poner en un atadillo de gasa para retirarla al final. Cubres todo con vino tinto y lo dejas cocer a fueguito lento y ya está. El ya está es después de 4 horas de cocción y debes de moverlo de vez en vez, para que no se pegue a la olla. Pero te chuparás los dedos Jeorgina. A la hora de servir acompáñalo con unas papas fritas en daditos (los dados de patata sin puntos).

Hace unos días me escribió Cristina preciosa y me decía que no le da tiempo a leer todos los libros que recomiendo. Ahora me hace dudar si seguir recomendando libros a Jeorgina y por tanto a todas, -Jeorgina bonita, la virtual, es un símbolo de todas- o algún día que otro no recomendar. Mientras me decido por una u otra cosa, voy a recomendarte que leas dos libros.

Uno es “La acabadora” una novela corta de Michela Murgia. Michela es una joven escritora de Cerdeña y por este libro le han dado varios premios, entre ellos el Premio Campiello. La acción se sitúa en la década de los cincuenta del siglo pasado en Soreni, un pueblo costero de Cerdeña, donde impera la ignorancia, la gente cree en los maleficios y las supersticiones, y la comunidad se mantiene cohesionada a través de secretos compartidos. La vida de una costurera y una niña abandonada por su familia se unen cuando la mujer la adopta. Es una bonita novela. Esta puedes apuntarla para comprarla o esperar a ver si se ve por aquí.

Y la otra lectura que te voy a recomendar es “Elias Portolu” o “Cosima” de otra escritora sarda, Grazia Deledda. Nacio en 1871 murió en 1935, y le dieron el Premio Nobel en el año 25. Sus novelas presentan las gentes y costumbres de Cerdeña, con las mismas supersticiones e ignorancia que nos cuenta Michela, pero es una crónica de aquel momento, ella vivió allí en esa época. En esos primeros años del siglo, en Cerdeña había bandoleros en las montañas y contrabandistas por las playas, se hablaba sardo y entendían malamente el italiano. En la costa este de Cerdeña se sigue hablando catalán. Y si quieres saber más sobre Cerdeña, hay un libro de Elio Vittorini, un escritor siciliano, que tiene un librito, “Cerdeña como una infancia”, que son las impresiones de un viaje que hizo a la isla de muy joven, y está muy bien. Ninguno de estos libros le he visto por aquí, pero te los puedo dejar en papel. 

Marisa reina me escribe todos los días interesándose por mi difuminado y animándome, se ha ofrecido para pasarme un pespunte en los deshilachados. Siempre me envía un poema y eso me anima a seguir escribiendo a pesar de los pespuntes, ayer uno de Pablo Neruda (1904-1973) “Soneto XLV” del libro "Cien sonetos de amor"

 No estés lejos de mí un sólo día, porque cómo,
porque, no sé decírtelo, es largo el día,
y te estaré esperando como en las estaciones
cuando en alguna parte se durmieron los trenes.

No te vayas por una hora porque entonces
en esa hora se juntan las gotas del desvelo
y tal vez todo el humo que anda buscando casa
venga a matar aún mi corazón perdido.

Ay que no se quebrante tu silueta en la arena,
ay que no vuelen tus párpados en la ausencia:
no te vayas por un minuto, bienamada,

porque en ese minuto te habrás ido tan lejos
que yo cruzaré toda la tierra preguntando
si volverás o si me dejarás muriendo.


Y estos son unos marineros de Oporto que están como yo, borrosos, pero creo que fue por que se movieron al hacer la foto.

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