28 abril 2011

Elecciones, Marisa y la vindicación femenina



Hoy no podía escribir, me presentaba a las elecciones sindicales en el trabajo y tenía el día ocupado y, por si fuese poco, estoy en el cumpleaños de mi hermana. No he salido elegido, pero casi sí. Como ya sabía que eso me iba a ocurrir, le pedí a Marisa reina, que me escribiese algo. A Jeorgina no quise pedírselo porque es virtual, ya lo sabéis.

Marisa me ha enviado unas reflexiones sobre ella y las mujeres de los años 70-80 en España, dice ella que es de allí. En esos años acababa la dictadura y empezaba la democracia. Marisa reina ya os dije que tiene el corazón con un chip de dos núcleos. Escucharla y leerla entre líneas, es un poco retraída, me parece que vale la pena leer lo que siente. Jeorgina bonita no te lo tomes a mal, sabes que eres la primera.
Paso a trascribir lo que me ha enviado Marisa.

"Solo pensaba, que todo podía cambiar,una transformación, carácter tenia y fuerza de voluntad, tenía que enfrentarme al mundo, hacer de tripas corazón y a pesar de los comentarios de la gente, enfrentarme a ellos, demostrar que la vida era para comérsela, nadie haría que fuese sumisa y mucho menos que me diera por vencida, la sociedad se estaba transformando y yo deseaba estar en primera fila.

Cuando el desempleo arreció muchos y muchas dijeron que las mujeres estarían mejor en casa dejando los puestos para los hombres, siempre estuve ahí para rebatirlo, defendí la independencia de la mujer, el divorcio, el aborto, la homosexualidad, el no a la OTAN y por supuesto el No a la guerra. En fin, todo aquello que consideraba esencial para la mujer y para la comunidad en general, algunas cosas trajeron problemas, pero era emocionante ayudar al cambio. Tenía que hacerlo.

Todo esto duro años y muchas mujeres participaron teniendo un gran coste para ellas, algunas hasta perdieron la vida; nunca lo olvido.

Después la vida se fue acomodando, ¿o fue que la juventud se acabo?, empezó a costarme más rebatir las opiniones e incluso entender otros puntos de vista, la desgana se apoderaba de mi, ya no me fiaba de nada ni de nadie y notaba que según pasaban los años costaba más hacer caso y ayudar a los que antes solo tenían que ponerse en mi camino.

Ya no era prioritario ir a manifestaciones o charlas ni siquiera participar en las elecciones, todo esto era secundario, el circulo se iba cerrando, solo amigos íntimos y familia, estaba cómoda con mi nueva situación.

Mi hijo había crecido, era una persona autónoma, con su familia y sus inquietudes, ¿demostraba esto que todo volvía a empezar? También mi hija se hizo mayor. Era acaso la juventud la encargada de los cambios, de la lucha contra las desigualdades.

Si ellos no mueven el mundo ¿quién lo hará?, ¿será verdad que los" maduros" nos acomodamos pronto y no queremos perder lo que tenemos?

Cada vez estaba más segura, los jóvenes tienen la sartén por el mango, de su educación y reacción depende la humanidad. El mundo será lo que ellos quieran.

No es que me sintiera vieja, simplemente se había pasado mi hora de reivindicaciones, ahora lo mejor era colaborar como una hormiga con sus hechos y pensamientos a que se consigan unas condiciones inmejorables para todos, no sólo para los cercanos sino para el mundo, cosa casi imposible, pero quién sabe, a lo mejor un día surge una idea que mejorará todo rápidamente. Quizá recibiría el premio Nobel.

O tal vez Arsenio con sus libros ayudaría a esa educación del pensamiento que tanto necesitamos para poder continuar avanzando, recomiéndanos algún clásico, que sabemos que te gustan mucho. O tal vez un libro de Virginia Wolf o de este estilo.

Después de tanta transcendencia lo mejor es comer un trozo de bizcocho con un buen café.
Poner en un bol, un yogur natural o de limón, 3 huevos, ralladura de limón y un chorro de limón, un sobre de levadura de la medida del yogur, 3 vasitos de harina, 2 de azúcar y 1 de aceite. Se bate con la batidora hasta que quede una pasta homogénea.

Se unta el molde con mantequilla, verter el contenido del bol. y meter en el horno precalentado a 180º, hasta que pinchemos en el centro y este cuajado.
¡Ojo no abrir el horno hasta que haya subido bien¡ ( unos 50 minutos), y "bon apetit."
Marisa."

Pues ya ves Jeorgina bonita, ¿qué te parece?. A mí me ha gustado, es la vida misma, la vida de Marisa, que es la vida de todos. A la gata también le ha gustado.

De Virginia Woolf, lo pide Marisa, leer sus novelas, -las he visto por la red- "La señora Dalloway" (1925), "Al faro" (1927) y "Orlando: una biografía" (1928) Y como hoy tenemos las vindicaciones feminisstas (la mitad del género humano), lee Jeorgina bonita, a Simone de Beauvoir. Era la compañera de Sartre, ya te recomendé a éste hace unos días.

De Simone lee "Los mandarines" (ganadora del Premio Goncourt), "Las bellas imágenes" y "La mujer rota" -éstas las he visto por aquí- me gustan un poco más que las de Virginia, por el toque existencialista que tienen.

Y pondré una foto para Marisa. Es de unas mujeres de Mali, también piensan como nosotras y quieren tener una vitroceramica. (He descubierto que si se pincha en las fotos se hacen grandes. ¿Lo sabías?)

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