El día está de primavera, está anocheciendo. Venía hacia casa y el sol estaba bajo, los arboles, con las hojas recién estrenadas, de color verde manzana teñidas de atardecer, se recortaban contra el cielo limón, y de fondo, la silueta de las casas, en color gris plata cincelada, como deberían ser los ojos de Jeorgina. Sobre las casas, sobresalía el obelisco de los masones, con su crucecita encima, el aire huele al humo de los coches, la ciudad está vacía, juega el Real Madrid. Ciertamente estaba bonito.
Mentira me parece que Madrid sea una ciudad con un millón de cadáveres.
Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres
(según las últimas estadísticas).
A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este nicho en el que hace 45 años que me pudro,
y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros, o fluir blandamente la luz de la luna.
Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como un perro enfurecido, fluyendo como la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla.
Llevo mucho tiempo dando le vueltas a estos versos Jeorgina. Son de Dámaso Alonso, un hombre de derechas, -gente de bien- lo leía mi hijo de adolescente y yo me preocupaba. ¿Qué es lo que no entiendo? No hace falta que leas a Dámaso.
¿Has visto Jeorgina que tierno estoy hoy? y no estoy más, porque ya no huele a primavera, solo al humo de los coches.
Ya ves, Jeorgina, como vengo. Debe de ser porque sigo recordando a Marina.
¿Tú has visto alguna película de ella? Yo creo que no, era solo una portada, pero tenía un tacto tan suave, el tacto de la imprenta sobre un papel bueno.
Entre esa portada y los libros de Tarzán, leídos con una linterna en la cama, creo que fue cuando me enamoré de los libros. Vaya manía que me dio.
Como he salido a escribirte a la terraza y deje la cama, la ha ocupado la gata, es una oportunista, mírala como retoza.
Lo de Libia no se arregla, pero en Túnez, van a convocar elecciones, -cuando las convoquen- en las que las listas van a ser paritarias y en cremallera, un hombre, una mujer. Está cambiando el Magreb y hay bastantes escritores magrebís, he leído poco, cuando sepa más, te lo comentare.
Pero hay un egipcio, -le dieron el Nobel en el 88- Naguib Mahfuz, que es divino de la muerte, no dejes de leerlo. Tiene muchos libros, (que seguro que están por la red) los críticos siempre hablan de "La trilogía del Cairo" (integrada por las novelas "Entre dos palacios", "Palacio del deseo" y "La azucarera") que son tres libros preciosos, pero lee "El callejón de los milagros".
En este, cuenta las contradicciones entre dos sociedades. La sociedad tradicional, con sus pequeños artesanos, que defienden el pasado y los jóvenes que buscaban un mundo cambiante, para abandonar su barrio, Jan el-Jalil, es la vida misma. La historia transcurre durante la II guerra mundial. Hay que leerle Jeorgina, te gustará y no le olvidarás y además Egipto es así. Es un país en el que conviven, aun hoy, dos culturas o más. En El Cairo está la universidad de al-Azhar, considerada entre los musulmanes (suniis) la más prestigiosa, y para todos, la más antigua del mundo. Que no se nos olvide volver a El Cairo.
En este, cuenta las contradicciones entre dos sociedades. La sociedad tradicional, con sus pequeños artesanos, que defienden el pasado y los jóvenes que buscaban un mundo cambiante, para abandonar su barrio, Jan el-Jalil, es la vida misma. La historia transcurre durante la II guerra mundial. Hay que leerle Jeorgina, te gustará y no le olvidarás y además Egipto es así. Es un país en el que conviven, aun hoy, dos culturas o más. En El Cairo está la universidad de al-Azhar, considerada entre los musulmanes (suniis) la más prestigiosa, y para todos, la más antigua del mundo. Que no se nos olvide volver a El Cairo.
Te he dicho esos libros, pero igual te diría "Miramar", "Jan alJalili", "El café de Qushtumar" o cualquier otro que encuentres.
Casi voy a dejar para mañana las lentejas.
Y mientras soñare con Estambul, me ha enviado esta foto Marisa y ya tengo ganas de ir.
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