15 junio 2011

Desdúdame Muñequita y pon velones de aceite

Mira que bonitas están las dalias de la terraza.
Eduardo Galeano, el uruguayo, dijo “… vamos a delirar, deliremos, por un ratito. El mundo, que está patas arriba, se pondrá sobre sus pies.”, y si, eso está bien.

Hoy en algún delirio, para poner de pie o patas arriba el mundo, contaba el periódico que al ex alcalde de Tijuana le habían detenido y una señora juez, le puso en libertad. La detención fue por tener en casa un arsenal, pero debía de ser una exageración, porque solo tenía 40 armas largas y 48 cortas, -no tenía tanques- y no hay indicios que hagan suponer que fuese a hacer una guerra, solo han encontrado en la casa 9.000 cartuchos y una granada de mano. Vamos que han encontrado lo normal, lo que tiene cualquiera como defensa.

Pero la noticia es más, después de ponerle en libertad la juez, la policía le ha conducido a otro juez de más categoría para que siguiese detenido, y no ha podido ser. No hay indicios suficientes para detenerle y aquí viene lo bueno: “… los últimos días dos obispos habían rezado por su libertad,” debe de ser un buen hombre, que solo tiene 19 hijos y su animal favorito, afirma, es la mujer. No hace falta que comentemos la noticia, ¿verdad Jeorgina bonita?

Claro, hazte cuenta Marisa reina si no tengo motivos para pecar con el asunto de esos dos  obispos. Pero tengo más motivos, ayer anduve de iglesias y me pareció una vergüenza como las tienen, ya no hay velón de aceite para que beba la lechuza, ni velitas votivas, ni cirios, vamos que ya no huele a Iglesia, solo olía a perfume de Chanel y al plástico de las lámparas.

Fijaros Jeorgina bonita y Marisa reina, ¿cómo hubiese escrito Antonio Machado esta poesía, si las iglesias no hubieran tenido velones de aceite? Esta es para Jema guapa, se que le gustará.
Sobre el olivar

Sobre el olivar,
se vio a la lechuza
volar y volar.
Campo, campo, campo.

Entre los olivos,
los cortijos blancos. 
Por un ventanal,
entró la lechuza
en la catedral.

San Cristobalón
la quiso espantar,
al ver que bebía  
del velón de aceite
de Santa María.

La Virgen habló:
-Déjala que beba,
San Cristobalón.

Sobre el olivar,
se vio a la lechuza  
volar y volar.

A Santa María
un ramito verde
volando traía.


Las lamparillas votivas las han sacado a las terrazas de los bares, para alumbrar el pecado, porque en un bar solo puede haber eso, pecado. Los bares si estaban bonitos con sus velitas en honor al diablo. Y en la plaza, la Plaza Mayor, había buen ambiente mientras salía la luna y volaban insectos chinos fosforescentes. No vi a “Muñequita” si hubiese estado la habría comprado un bicho de esos fosforescente. Eran como luciérnagas de color azul y rojo, que subían deprisa y bajaban despacito parpadeando.

Como estuve en la terraza del bar,  viendo salir la luna y tomando una cerveza, quise ver salir la luna porque hoy aquí en Madrid se va a esconder detrás de la tierra y nos quedaremos sin ella, hay eclipse total de luna, eso, decía que por haber estado en el bar, no pude ir a Ascot con la gata a ver las carreras y de paso comentar los sombreros tan ridículos que llevaban las mujeres, las de la familia real y las otras. Claro, siempre se ha dicho, no se puede repicar y estar en misa. Deberiamos haber ido a Ascot.

Pero todo esto que estoy contando me viene de lo que he leído de Eduardo Galeano y me parece que mejor que poner el mundo sobre sus pies, sería ponerle patas abajo, -darle la vuelta completa-aunque los cocineros siguiesen creyendo que a las langostas les encanta que las hiervan vivas.

Y aquí estamos hablando de cocineros. Lo que me ha recordado como se hace el arroz meloso con carabineros. Es un arroz solo para días de fiesta, el carabinero tiene un precio más que regular.


Mira Jeorgina bonita, pon un poco de aceite de oliva en una olla y fríe las cabezas de los carabineros, espachurrándolas un poco de vez en cuando, agrega un poco de brandy o coñac, a continuación añade un ajo picado, media guindilla y un poco de pimiento rojo también picado finito, das unas vueltas y añade unas cucharadas de salsa de tomate frito. Dejas que se fría todo un poco y es el momento de echar el arroz y unas hebras de azafrán, lo revuelves bien antes de echar el caldo, -un fumet de pescado que tenias guardado- dejas que cueza y a media cocción pon las colas de los carabineros peladas, si ves que te queda muy espeso añade caldo, cuando esté cocido el arroz quita las cabezas y lo sirves. Tiene que quedar meloso, no seco, y está para chuparse los dedos.

Como también tenemos que leer algo, te voy a recomendar a Stieg Larsson, - no sé si ya te lo recomendé- Larsson es un clásico, porque está muerto y le siguen publicando, y además comprometido con la intolerancia, la defensa de los emigrantes, los maltratadores y en general contra cualquier actitud de extrema derecha.
 
De él se ha publicado hace poco una recopilación de artículos que escribió para la revista Expo, se titula "La voz y la furia". Pero también es de él “Millennium”, trilogía compuesta por las novelas, “Los hombres que no amaban a las mujeres”, “La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina” y “La reina en el palacio de las corrientes de aire”. De estas no te voy a contar nada, se han vendido millones de ejemplares en todos los idiomas y son geniales. A mí la que me gusto más fue la segunda, pero por la manía de decir que una es mejor que otra.

La protagonista, Lisbeth Salander, es una joven hacker inteligentísima, vengativa, bisexual y absolutamente fascinante, es el alma y la principal razón del éxito de la novela. Léelas Jeorgina bonita que están todas por la red.

Y para “Muñequita” por si lee el blog pondré otro texto de Galeano, le sirvió a Serrat para componer la canción de “Secreta mujer”  y a “Muñequita” le puede servir para desdudarme. Ese es el enlace.
http://youtu.be/HVhsp8C6tZA

La noche

No consigo dormir. Tengo una mujer atravesada entre los párpados.
Si pudiera, le diría que se vaya; pero tengo una mujer atravesada en la garganta.

Arránqueme, Señora, las ropas y las dudas. Desnúdeme, desdúdeme.

Yo me duermo a la orilla de una mujer: yo me duermo a la orilla de un abismo.

Me desprendo del abrazo, salgo a la calle.
En el cielo, ya clareando, se dibuja, finita, la luna.
La luna tiene dos noches de edad.
Yo, una.

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